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Los que tuvimos el privilegio de poder leer en catalán durante el franquismo revistas como Cavall Fort (fui suscriptor desde el número 1) o bien libros como El Zoo de Pitus, de Sebastià Sorribas, de Ed. La Galera, (1966) o bien ya en el tardofranquismo uno de los clásicos de Los grumetes de la Galera, La cuca japonesa Ed. La Galera (1976), de los autores Jacinto Torrents y Francesc Serrat, hemos forjado unos valores y una concepción del mundo en catalán muy especial.

 

Por eso, cuando un grupo de jóvenes vinculados al Casal -algunos con representación institucional en el patronato, otros vinculados en la organización de actos dirigidos a los niños bajo el paraguas del Petit Casal, y todos con las inquietudes propias de los jóvenes que rondan la cuarentena y tienen una familia con hijos pequeños- nos propusieron construir un nuevo personaje, un nuevo bestiario que diera personalidad a la fiesta mayor de la ciudad de Mollet, una especie de bicho japonesa nostrada y vallesana, enseguida se me encomendar la ilusión y el entusiasmo de la idea para darle todo el apoyo posible como Casal. Voy revivir la aventura de la cuca "pajonesa" de 1976.

Porque precisamente el Casal también debe servir para esto: para canalizar estas iniciativas que entrempen la juventud con la cultura y hacen pueblo dando más personalidad a las fiestas. Como también es el caso del festival internacional de teatro de calle El Arlequín, que llena de cultura teatral la ciudad el primer fin de semana de septiembre, cuyo Casal también es el coorganizador con el joven mago y emprendedor Pau Segalés y su equipo.

Mollet pero escasea de bestiario festivo popular, que lo podríamos definir como el conjunto de figuras, carcasas o elementos corpóreos y protésicos de formas zoomórficas (dragones, águilas, bueyes y mulasses ...) que encarnan y salen por unas determinadas fiestas populares y le confieren personalidad propia. En el caso de Mollet disponemos del Muelle Hacer, que trina y mea vino en las fiestas tostadas y de la Santa Teca, con un pecho al descubierto, como símbolo de concupiscencia y hartazgo morada. Podemos añadir el Macho Cabrío de los Diablos y poco más.

Pues bien a partir de la fiesta mayor de 2018 el Casal aportará la Cuca Molla, una cuca con una cabeza verde (que pesa unos 6 kg y le llevará un adulto) y un cuerpo de 15 metros de tela (cosida por la centenaria sastrería Tarrés de Mollet) aguantados por un esqueleto de arcos metálicos (hechos por Jordi Rabasa de Martorelles) y pegados a una cabeza verdoso, hecho de un material especial para un artista del Taller Ventura Hosta de Navata (Alt Empordà). Dentro de la tela unos 15 niños / as, se irán volviendo, de unas 25 familias implicadas para hacer bailar nuestra bicho por las calles y plazas de Mollet por las mañanas del domingo de la fiesta mayor de verano (20 de agosto ) y de invierno (22 de enero). Todo ello con una música propia de chirimías y percusión de la molletana Gemma Rovira y la colaboración de muchos voluntarios que aportan su grano de arena para que Mollet tenga un nuevo personaje dentro del bestiario festivo y popular. La Cuca Molla conjuga unos valores de respeto a la naturaleza y de estimación a la fiesta y lo hace de manera familiar (implicando padres e hijos de manera conjunta), a partir de una historia casi poética que puede leer a los niños y que tenéis a continuación.

El Casal editará unos libritos con la explicación, historia, partitura, agradecimientos, etc. y también una auca, con una fuerte campaña para que los niños y niñas de las escuelas de la ciudad la conozcan y se la hagan suya. Y más adelante, como toda criatura que nace, la tendremos que bautizó con una gran fiesta y con unos padrinos de honor muy especiales.

Y la Cuca Molla pervivirá a través de diferentes generaciones y familias que irán llevándola y amándola. Porque la Cuca Molla será, ya para siempre, patrimonio de los niños y niñas de Mollet y vinculada a la fiesta mayor de la ciudad, gracias al Casal Cultural.